Unos años antes de que Tarantino dirigiera su "Django desencadenado" y muchos después de que Corbucci realizara la primera película con ese nombre como protagonista en su spaghetti Western "Django", el director japonés Takashi Miike realizó una obra extraña y peculiar titulada "Suriyaki Western Django". Un western japonés en toda regla, curioso e incompleto, que recordaba a los amantes del género a "Por un puñado de dolares", la obra que lanzó a la fama a Clint Eastwood y puso en órbita el nombre de Sergio Leone. La obra que inauguró el Spaghetti Western.
Pero Leone no se inventó aquella historia. Realizó una serie de planos que a la postre valdrían como base para el género, planos cortos, muchas veces para reflejar la mirada de los personajes, música, los planos abiertos, como en el Western en general para los duelos, para reflejar todo lo que rodea a los personajes. Pero eso ya estaba inventado antes. Leone cogió lo que le gustaba del Western clásico y le añadió unas bases nuevas. Y cogió una historia prestada de otro gran director: Akira Kurosawa.
El maestro japonés dirigió, unos pocos años antes del primer Spaghetti western la que sería una de sus obras más reconocidas (entre las muchas que tiene): "Yojimbo", el mercenario. Un samurai llega a un poblado donde dos bandas dominan el pueblo en una encarnizada lucha. El samurai, dispuesto a ganarse la vida, no tendrá ningún reparo en ir variando de bando según sopla el viento, manteniendo engañados a ambos grupos. Su idea en mente, terminar con los dos clanes. La película es de 1961, la de Leone data de 1964. Tres años, y un director japonés sirviendo de inspiración.
No era difícil que sirviera de inspiración Kurosawa. Al contrario que otros directores japoneses de su época, bebía mucho del mundo occidental. Sin coger prestadas las ideas de Europa y norteamérica difícil hubiera sido verle dirigir films policiacos como "Los canallas duermen en paz" (1961) o "El infierno del odio" (1963). Kurosawa no renegaba de Japón, y en sus argumentos se veían numerosos homenajes, incluidas unas bandas sonoras para nada "occidentales". Sin embargo, las bases argumentales de sus films sí estaban muy inspiradas del extranjero (desde Shakespeare a los westerns clásicos), al igual que sus bases narrativas, sobrias y fáciles de entender para el público europeo, algo que no se puede decir de cualquier film japonés de la época.
Kurosawa en "Yojimbo" hizo un western. Es muy fácil verlo hoy en día después de ver el homenaje de Leone. Pero analizando fríamente se ve en cada plano. Planos abiertos, pueblo desértico, un hombre solo en medio de un pueblo, duelos con música que genera tensión, engaños... todas las bases no ya del Spaghetti Western, si no del Western clásico, incluso crepuscular, estaban en esa obra. El personaje interpretado por Mifune no difiere mucho en el inicio del John Wayne de "Centauros del desierto", un hombre sin lugar al que llamar hogar, que busca honor. Tampoco difiere mucho del clásico cazarrecompensas, un extranjero en tierra ajena dispuesto a enriquecerse de males ajenos.
Al igual que en los Westerns el protagonista que viene de fuera es ninguneado por los "chulos" del lugar, a los que no duda en un santiamén en darles su merecido. También él recibirá castigos por pasarse de listo. Todo en esa película recuerda al Western. Y lo que es mejor, todo en esa película recuerda al Spaghetti Western, género que se crearía más tarde. Sin lugar a dudas, muchos años antes de que su compatriota Miike bautizara su Western como "Suriyaki Western", Kurosawa había realizado una película de vaqueros... con samuráis.
No podía ser de otra manera. Si de algo se le recuerda a Kurosawa es de las películas de samuráis. Pero no al uso. Que nadie se espere ver en ellas unas películas llenas de duelos con espadas a lo Kill Bill. Para nada, películas dramáticas, con el telón de fondo de un japón feudal, con la idea del honorable samurai, del personaje solitario en muchos casos; y cuando no de la idea de la gran familia, los grandes clanes y jefes, como en "Trono de Sangre" (1957), "Kagemusha" (1980) o "Ran" (1986), . Kurosawa había saltado a la fama en 1950 con "Rashomon", junto a él su actor fetiche: Toshiro Mifune. Aquella fue la película de samuráis que le lanzó a la fama. Apenas cuatro años después realizó "Los siete samuráis", película que le valió en Venecia el León de Plata al mejor director.
Esta película que hablaba de Japón, del honor de los samurais, de los cazarrecompensas, y de los campesinos, sería el punto de partida de muchos remakes, el más celebrado de todos fue un Western norteamericano: "Los siete magníficos" (John Sturges). No le hizo falta cambiar mucho ni el argumento ni las bases al buen director norteamericano, la película en la que se basaba ya de por sí era un Western... a su manera.
Kurosawa no debe ser recordado, para nada como un director de películas del Oeste. Oficialmente no dirigió ninguna película del Oeste. Pero se basó mucho para algunas de sus películas en el clásico John Ford. Y en Kurosawa se basaría Leone... y en Leone, Tarantino... sin terminar la cadena. En el futuro vendrá otro director que reconozca que sus películas se basan en Tarantino, e inevitablemente, y a pesar de lo disparatado que suene, todos terminarán recordando a John Ford, uno de los pioneros en uno de los géneros que más películas han deparado.
Imanol López
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