El cine, desde que es cine, ha sido una enciclopedia repleta de cuentos, fábulas, historias. Desde los primeros directores hasta los últimos se han empeñado en contarnos fantasías. Más allá de historias reales, lo que predomina son los cuentos. Ya sucedía en la época del cine mudo con Meliés, director francés que entre muchos cortometrajes destacó su "viaje a la luna" (1901). Y sucede hoy en día con películas como "La invención de Hugo" (Hugo, 2011), que precisamente nos habla de la magia del Cine, precisamente apoyándose en el director francés de principios del Siglo XX.
El cine ha podido evolucionar en muchos aspectos. Pero sigue queriendo hacer sentir al espectador. Y en esa misión, no importa que la historia sea creible o no. Hay que hacer que el público disfrute con cada fotograma, por muy fantasioso que sea, haciéndole olvidar, durante la hora y media o par de horas que dura la película, cualquier cosa que este tenga en sus deberes diarios. Meter al espectador en el film es el objetivo número uno.
Dentro de esa misión, cabe destacar al contador de fábulas. Hay miles de películas cada año, muchas que pretenden ser fiel reflejo de la realidad, otras de ciencia ficción que pretenden ser "fiel reflejo" del futuro. Pero hoy toca destacar esos cuentos o fábulas que no se los cree nadie, pero que pretenden ser entendidos como algo real. Simplemente toca mirar un poco más adentro.
Es lo que pasa con el último film de Ang Lee: "La vida de Pi"; una fábula en toda regla de un náufrago y de como consiguió sobrevivir a dicho naufragio, con apenas la compañía de un Tigre. La mayoría del logrado film del director taiwanés, transcurre en el mar, donde pasan todo tipo de cosas cada vez más fantasiosas. Un cuento en toda regla que poco a poco va haciéndose a la vez que inverosímil, más creíble.
Se hace más creíble en la medida en que el personaje principal empieza a, en apariencia, delirar, cuando realmente lo que hace es mirar a su interior. Todo un universo dentro de sí mismo, dentro del fondo de ese océano que se tragó el barco en el que viajaba y que es hostil y cruel ante él. La supervivencia en alta mar contada, en forma de fábula, gana enteros a medida que avanza, y se va contemplando el interior del personaje, su alma, sus creencias, su religión.
Es por ello, y no es casualidad, que nos cuenten al principio de la película, como fue convirtiéndose el personaje al catolicismo, sin olvidar su religión -de mil dioses- hindú, y sus rezos a La Meca como musulmán. No pretenden si no llevar a la compleja historia de la infancia y juventud de una persona en pleno desarrollo. Esas creencias en diferentes dioses le servirán para que su alma sea fuerte y pueda sobrevivir al naufragio.
¿Qué es real? Esa pregunta que quien escucha la historia, tanto el escritor canadiense que quiere hacer un libro sobre ella y el espectador que espera sentado en la butaca espera resolver durante la película. Lo que parece pura fantasía puede convertirse en realidad, con un simple pensamiento. Ang Lee nos ofrece todo eso, dejar volar la imaginación, y no pensar en qué es cierto o no.
A fin de cuentas, así es el cine. Una sucesión de fábulas, de cuentos de hadas, que creíbles o no, despiertan en el espectador sensaciones, le hace disfrutar, y además pensar. En ocasiones... aprender. "La vida de Pi" es todo eso, una película hecha para pensar más en lo que el personaje nos va narrando que en la historia que cuenta en sí. La complejidad y fantasía de la historia puede ser inverosímil. Pero, mucho menos interesante sería contarnos un drama constante de lo que serían los más de 200 días en el mar a bordo de una barca.
Lee no es el primer "mentiroso" que nos quiere colar la vida de alguien como si fuera una gran verdad. Antes estuvo Tim Burton con la considerada por muchos su mejor obra: "Big fish". Sería imperdonable pasar por alto esta obra, teniendo en cuenta la temática del film del oscarizado director taiwanés. Tim Burton ya nos dio una lección a aprender con aquella película donde todas y cada una de las cosas parecen mentira, y sin embargo, la realidad es que muchas de ellas eran verdades o, las menos, medias verdades camufladas para hacer la fábula o cuento más grandioso.
En ese sentido Ang Lee nos ofrece lo mismo, pero más maquillado. Vende una aparente gran mentira, pero en su interior -y no se puede spoilear para quien quiera disfrutar de la película- esconde numerosas verdades sobre "La vida de Pi", y de como este consiguió sobrevivir, con la compañía de un tigre, a un naufragio en el Pacífico.
Imanol López
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