jueves, 28 de marzo de 2013

UNA DE ROMANOS

Corría 1964 cuando se estrenó "La caida del imperio romano". Como si de un vaticinio o profecía fuera, esa película supuso el final de la era dorada de las películas de romanos (conocidas comúnmente como Peplum) en Hollywood. Un año antes, otra película hecha para asaltar taquillas y que se disparó su presupuesto: "Cleopatra" había dado muestras de debilidad en taquilla. El cine de romanos que tanto había crecido una década antes, se iba a pique.

Habían sido años grandes, desde que en 1950 se estrenara "Julio César" (David Bradley) con Charlton Heston de protagonista. El cine norteamericano se metió de lleno a hacer películas de romanos (muchas de las cuales aprovechando la vida de Jesucristo de por medio). Hasta entonces había habido unas buenas películas de romanos en el cine, empezando por el cine mudo, que vio en 1912 la italiana "Quo Vadis" (Enrico Guazzoni) y en 1925 un éxito de taquilla como "Ben Hur" (Fred Niblo), películas que en los 50 tendrían un remake muchísimo más exitoso y famoso.

Posteriormente, con la llegada del sonido, un director con mucha fama en el cine épico como Cecil B. De Mile trajo "El signo de la cruz" en 1932, tres años antes del estreno de "Los últimos días de Pompeya" (Ernest B. Schoedsack) que fue un remake de un film italiano, y que tendría a finales de los 50 una nueva versión italiana, que supuso el debut como director de Sergio Leone, conocido por los spaghetti western. Apenas fueron un par de películas épicas, que lo mismo daban que fueran de romanos, de cruzados o de espadachines, en una década (la de los 30) donde el cine de aventuras estaba en auge, con permiso de los musicales.

Tuvieron que llegar los 50 para que los romanos dominaran el cine. El mencionado Julio César daría un título más que merece ser recordado, a las órdenes de un especialista como Joseph L.Mankiewicz, Marlon Brando lo bordaba. La película se basaba en la obra homónima de Shakespeare y Brando encarnaba a Marco Antonio, en una película que recibió el Oscar a la Dirección artística y decorados, fue también nominada a Película o Actor (Brando).

Ese mismo año se estrenó, y recibió también nominación a Película y Actor, en este caso para Richard Burton, "la túnica sagrada" (Henry Koster), donde ya se metía de por medio a Jesucristo,  y que tendría una secuela un año después titulada "Demetrius y los gladiadores" (Delmer Daves).

Pero el cine de romanos no se puede entender sin las tres obras cumbres y más recordadas (y repetidas por la televisión). Empezando por la nueva versión de "Quo Vadis" (Mervin LeRoy, 1951) que relata la quema de Roma por Nerón y el castigo posterior a los cristianos, a los que el emperador (encarnado brillantemente por Peter Ustinov) había acusado de la quema de la ciudad eterna. La película recibió nueve nominaciones a los Oscars, y no obtuvo ninguno. Pero es un film recordado por fechas de Semana Santa año tras año.

En 1959 y 60 llegarían las dos obras más reconocidas. "Ben Hur" (William Willer, 1959), ganadora de 11 Oscars y donde quedará para la memoria la carrera de Cuádrigas con Charlton Heston. Secuencia larga y memorable, pero injusto olvidar el duelo marino que acontecía un rato antes en una película con connotaciones bíblicas. Un año después Kubrick terminaría a leches en el rodaje (que no inició él) de "Espartaco", obra que Kirk Douglas produjo y protagonizó, y lógicamente hizo y deshizo a su antojo. Película sobre una revolución de esclavos que inicia el gladiador del mismo hombre, un esclavo que desafiaría a todo el Imperio romano.

En 1963 llegaría la mencionada "Cleopatra" con Richard Burton y Elizabeth Taylor, bajo la dirección de Mankiewicz, película que se pasó de la ralla en el presupuesto inicial (se duplicó) y que fue un fracaso en taquilla, recaudando muchísimo menos de lo esperado. Esa película supuso el bajón del género, que durante los 60 siguió algo vivo de la mano de producciones italianas, como la mencionada "Los últimos días de Pompeya" (1959) o la saga de Maciste, películas de bajo presupuesto, de usar y tirar y de poca repercusión que llegaron a desaparecer del mapa una vez que el Spaghetti Western descubrió una nueva forma de hacer cine en Italia.

Quedan como excepciones, "Satyricon" de Fellini, en 1969, y las películas (de dibujos animados) francesas de Asterix, que tuvieron buena aceptación de crítica y público. El cine de romanos en norteamérica fue metido en una fosa, y no aparecería de nuevo hasta el año 2000. El año en que llegó "Gladiator", de Ridley Scott, con Russel Crowe. Ganadora de 5 Oscar, fue un exitazo que parecía haber resucitado el Peplum para el cine. Fue un oasis en medio del desierto, trece años después, pocas son las películas que han abarcado el género, y algunas como "Druidas" (Jacques Dorfman, 2001) o "Centurión" (Neil Marshall, 2010) es mejor olvidar, por no hablar de la saga de Asterix y Obelix en carne y hueso.



Imanol López


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