La historia del cine está llena de grandes hallazgos. Siempre tuvo que haber alguien en ser el primero en probar algo, en colocar una cámara allí, a los actores allá, mover la cámara, mover a los actores, el primer plano. Muchos automatismos que ahora existen pero que en la prehistoria del cine no existían. Hoy repasamos algunos grandes inventos que se sacó de la manga el director francés Abel Gance en su obra maestra: "Napoleón".
Corría 1927 cuando Napoleón vio la luz, tras dos años de intensos preparativos. Una obra enorme, tanto en duración del rodaje y de postproducción, como en la duración final, que alcanzaba las cuatro horas. Cuatro horas de cine mudo, más larga que las obras de Griffith "El nacimiento de una nación" o "Intolerancia" que superaban las tres horas.
El caso es que ya Napoleón trajo algo desconocido al público. Ya desde la primera secuencia, donde un joven Napoleón juega en la escuela a una guerra de bolas de nieve, donde se ve el sentido táctico del personaje (del que Gance se sentía un claro admirador), se puede ver que aquí había una obra diferente. En un momento de la secuencia la cámara sigue a los personajes, algo que no era lógico en la época. Se había pasado de trasladar la acción como una obra de teatro a los primeros planos, y ahora no solo el movimiento era interno, de los personajes, si no que la cámara se movía con ellos. Lo hizo sin necesidad de travelling, si no con el operador de cámara manejándola (y eso que por entonces, las cámaras eran mucho más pesadas).
La valentía de Gance no se quedó ahí. Y en una persecución a caballo se atrevió a colocar la cámara encima del lomo de un caballo. El resultado fue sobresaliente, ver la acción tan real y tan cercana pondría a los espectadores con los pelos de punta. "Napoleón", que terminaría siendo la obra más recordada de Abel Gance y uno de los grandes momentos de la historia del cine mudo, tiene secuencias para enmarcar, no sólo una. Y a esa persecución de caballo le siguió otra mucho más sorprendente. Donde el personaje, en un barco, tiene que pasar una tormenta.
Agua por todos lados, viento... Gance no reparó en gastos a la hora de hacer la secuencia. Y fue mucho más allá. Colocó la cámara con un péndulo y la hizo mover. El agobio que debió sentir Napoleón en aquella barcaza, en medio del mar, con semejante tormenta, fue fielmente recreado, y los que asistirían a ver la película verían constantes movimientos, como si el cine estuviera realmente moviéndose con ellos, provocando la sensación de mareo que debía sentir el protagonista, interpretado por Albert Dieudonné.
Pero si por algo es y será recordado el Napoleón de Gance, es por la secuencia final, la que narraba la campaña de Italia. Al director francés se le ocurrió la brillante idea de que dicha secuencia bélica fuese vista en una pantalla gigantesca, que envolviera aun más al espectador. De este modo, colocó tres pantallas de cine una junto a la otra, y tres proyectores, de modo que en el momento de iniciarse la batalla se pusieran en marcha tres imágenes a la vez, en algunos casos unidas (como si fuera una misma secuencia) y en otros tres imágenes diferentes en cada pantalla.
El resultado fue conocido como Polyvisión. Una revolución en la época que no tuvo continuidad alguna, ni por parte del director ni de otros. Pero que unos años más tarde, en la década de los cincuenta aparecería el Cinemascope, que no era si no el sistema de Polyvisión pero claramente mejorado, y sin necesidad de utilizar tres pantallas y tres proyectores, la imagen quedaba ampliada y en formato panorámico, tal y como se pudo ver la batalla de la obra de Gance. El francés se había adelantado a su época a la hora de rodar "Napoleón" y dejó unas cuantas secuencias e imágenes memorables en esta obra maestra del cine.
Imanol López
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