Corría 1964 cuando se estrenó "La caida del imperio romano". Como si de un vaticinio o profecía fuera, esa película supuso el final de la era dorada de las películas de romanos (conocidas comúnmente como Peplum) en Hollywood. Un año antes, otra película hecha para asaltar taquillas y que se disparó su presupuesto: "Cleopatra" había dado muestras de debilidad en taquilla. El cine de romanos que tanto había crecido una década antes, se iba a pique.
Habían sido años grandes, desde que en 1950 se estrenara "Julio César" (David Bradley) con Charlton Heston de protagonista. El cine norteamericano se metió de lleno a hacer películas de romanos (muchas de las cuales aprovechando la vida de Jesucristo de por medio). Hasta entonces había habido unas buenas películas de romanos en el cine, empezando por el cine mudo, que vio en 1912 la italiana "Quo Vadis" (Enrico Guazzoni) y en 1925 un éxito de taquilla como "Ben Hur" (Fred Niblo), películas que en los 50 tendrían un remake muchísimo más exitoso y famoso.